martes, 10 de julio de 2012

Tiempo de concentración. [Fanfic]


Categoría: Slash
Género: Non-AU / PWP
Pareja: GxG (Gustav/ Georg)

Disclaimer: Los personajes reconocibles no me pertenecen, son propiedad de sus dueños. Todo los demás es propiedad del autor.

Notas: Un promt hecho por Miguel Schafer



Lo veía tamborilear con sus dedos sobre su muslo derecho, mientras agitaba la cabeza al ritmo de la música que provenía de sus cascos pegados  a sus oídos. Sus ojos cerrados y esa media sonrisa en sus labios le hicieron suspirar.

Los gemelos hacia bastante tiempo se habían ido a un lugar más apartado para poder concentrarse y meditar a su manera. Dejándolos solos;  a Gustav y a Georg. Dejándole la vía libre a tener  un momento de privacidad, de aquellos que dejaron olvidados por las exhaustivas agendas.

Se levantó, aun decidiendo si acercársele al rubio o no. Sabía que a Gustav poco le gustaba ser molestado cuando escuchaba música antes de entrar a escena y dar lo mejor de él cómo en todos los conciertos.

—A la mierda —susurró.

Camino a paso decidido hasta acercarse lo suficiente hacia el rubio, se inclinó hacia su rostro exhalando sobre él.

—Geo —se quejó.  El ojiverde sonrió, restando la distancia que sobraba entre ellos para colisionar sus labios y empezar un beso que le dejo la necesidad de más.

—Venga, Gustav, estamos  solos —animó al ser separado de los labios del rubio por las manos callosas de este—. ¿Hace cuanto que no intimamos, eh? ¿Cuatro o tres semanas? Hasta ya he perdido la cuenta.

—No, Georg. Falta poco para que empiece el concierto.

El castaño gruñó murmurando cosas sin sentido frunciéndole el ceño a Gustav. Se alejó, arrastrando los pies hasta caer sobre el enorme sofá que fue pedido por el manager de la banda. Extendiéndose a su gana ocupando todo el largo del cómodo mueble.

Gustav por su parte, ve cómo  su novio con una expresión furibunda opacando la belleza de su rostro se hunde en el sofá. Un sentimiento de culpa  se instaló su pecho, replanteando el  seguir absorto en escuchar las grandiosas canciones de Metallica y  la fuerza y profesionalidad con la que Lars Ulrich tocaba la batería o ir a disculparse por su falta de tacto con el castaño.

Sacándose los cascos y poniéndolo sobre el sillón junto a su reproductor mp4 se acomodó la camiseta negra procurando que no este arrugada. Caminó tratando de no hacer ningún ruido con la suela de sus deportivas.

Georg no es de los que perdona y deja pasar cuando le cabrean, al menos trata que de verdad se sientan apenados y sepan que no está bien que le dan una negativa y eso bien sabido lo tenía Gustav. Y Gustav tenías tácticas y maneras de hacer cambiar el estado de ánimo de su ojiverde.

Al llegar al lado del bajista, suspiró resignado. Por una vez que no haga su ritual de costumbre no le haría ningún mal. De rodillas, inclinado, observó cómo el castaño dormitaba con el ceño fruncido incluyendo los labios formando un apetecible puchero.

Acomodó el cabello que cubría su oreja, planeando despertar a Georg, repartió besos hasta bajar a su blanquecino cuello. Levantó el rostro, encontrando los ojos verdes de su novio iluminados con ese brillo de lujuria que lo envolvía cayendo en el mismo sentimiento.

Gustav es rodeado por los brazos de Georg atrayendo su rostro al suyo para ser besado, un beso húmedo, con el jugueteo de lenguas que los vuelve ansiosos. El rubio se levantó tratando de no separarse del castaño, acomodándose encima de este, sin dejar que sea aplastado por su peso.

El ojiverde deslizó una mano por el costado del rubio, bajando hasta los cargos color arena y posando la palma de su mano sobre su miembro que se endurecía poco a poco por los suaves masajes que le propinaba. Los jadeos roncos que soltaba el rubio, provocó                 que Georg se estremeciera de la pura excitación.

Gustav deslizó sus labios hasta su mentón bajando a la manzana del cuello del castaño, mordisqueándola despacio, lamiendo y besando hasta dejar rojizas marcas. Las manos de Georg dejaron de masajear sobre la tela, para concentrarse en desabrochar los pantaloncillos y dejar al descubierto el miembro del baterista.

Ya abierto los botones y el cierre, metió su mano dentro de los pantaloncillos y el bóxer, tomando entre sus dedos la caliente erección, masajeando de arriba abajo en un movimiento casi rápido.

—Si sigues así… me correré —logró articular con una voz ronca, en un murmulló.
Sonrojándose más, si había la posibilidad, Georg sacó su mano acomodándola sobre la espalda y acariciándola.

Enderezándose, de la mejor manera que pudo, Gustav se encargó de los vaqueros que traía puesto el ojiverde, tirando del cinturón torpemente  logró que se hiciera más fácil el abrir los pantalones y deshacerse de él a tirones para que no estorbara. Los  bóxers negro tuvieron la misma suerte que los pantalones que ya hacían tirados sobre la moqueta. Georg se abrió de piernas dejando ver su sexo sin vergüenza.

El rubio se inclinó hasta tener cerca al miembro erecto de su novio, deleitándose con solo ver cuando roja y húmeda, por el fluido pre-seminal, estaba.  Se engulló el miembro, casi entero, y lo sacó casi al instante para lamer el glande con la puntilla de  su lengua y arrastrar las gotas de la blanca semilla del castaño. Los gemidos no se tardaron en escuchar, a veces quedo a veces a plenitud. La pasión y el placer ya reinaban en ambas personas.

Ensalivado ya el largo del miembro, que palpitaba por la acumulación de sangre y placer, bajo haciendo caminos con su lengua hasta llegar al esfínter que tanto deseaba llenar de una vez. A lametones torpes, jugó con su rosada entrada, provocándole a su novio cosquilleos placenteros. Alejándose del cuerpo contrario, sacó su miembro duro y chorreante de entre sus bóxers, haciendo presión con un dedo en la punta.

Embadurnando dos dedos en saliva, tanteo el terreno donde hacia unos segundos se entretuvo estimulando al ojiverde, empujando con uno solo se hizo paso entre las paredes de carne que rodeaban ese caliente agujero,  haciendo círculos, metiendo el segundo digito abriendo los dedos cómo si de una tijera se tratase, dilatándolo.

Las blancas piernas de Georg, rodearon por la cadera al rubio, acercándolo hacia él, logrando sentir la dureza sobre su ingle. Frotándose entre sí, en un suave vaivén, besándose agresivamente. Gustav levanto la camiseta de Georg que aún traía puesta, para besar y lamer los pezones respingados y rosáceos. 

—Ah —gimió alto, el ojiverde entre muecas de éxtasis—. Mmm… Gusti, te quiero dentro…
Accediéndose a su deseo, guio con una mano su sexo a las nalgas del castaño, presionando con la punta carmesí en la entrada haciéndose paso, para entrar ante el apretado esfínter.  Entraba lento porque la lubricación que empleó no había sido de mucha ayuda y le dolería a Georg.

—No me voy a romper. En serio quiero esto —musitó  Georg, empujando con las piernas para que la polla del rubio se hundiera más en él. Gustav jadeó al sentir su sexo apretado por la estrechez. Se deslizó fuera para arremeter una envestida suave, entrando de lleno. Haciendo que el ojiverde gritara de dolor y placer combinados.

Las embestidas eran rápidas, produciendo ese típico ruido por el choque de pieles y humedad. La excitación de Georg superaba al dolor que aún sentía en su trasero. Los ahogados gemidos se escapaban de entre sus labios, pidiendo más. El baterista, se acercaba a su oído susurrándole cuanto extrañaba sentirlo, caliente, tan apretado que en cada embestida veía luces blancas nublándole la vista.

Gustav aceleró su trabajo, con rítmicas y fuertes embestidas, sintiendo cerca el tan anhelado orgasmo.  

Con una mano, el bajista, estimulo su sexo, gozando del placer.  Una palmada poco delicada sobre su mano, hizo que dejara de masturbarse para que el rubio lo hiciera, con sus manos callosas y con las cintas blancas adheridas a sus dedos, ejerciendo un dolor que perdía en contra de los calambrazos que se  agolpaban en su vientre, sintiendo cerca el orgasmo.

Los roncos gemidos del rubio se escuchaban tan cerca a su oído, excitándolo más, queriendo sentir el éxtasis.  El baterista al mismo tiempo que empujaba hasta clavarse entero, jugaba con los testículos del castaño, haciéndole gritar agudo, pidiendo más.

Una corriente eléctrica recorrió el cuerpo del castaño, desde su espinal dorsal hasta extenderse por todo el cuerpo, haciéndole encoger la punta de sus dedos  y derramar su semilla, caliente y blanca por sus vientres y manchar la mano del rubio.
Gustav, sin contenerse por ver tan sensual escena, apresuró la embestidas logrando que su estomago se encogiera y explotara dentro del  bajista. Finalizando con un gemido que desgarró su garganta.

Cayó rendido y exhausto sobre el pecho de su novio, respirando entrecortadamente.

~

— ¡Quince minutos y empezamos! —se escuchó desde afuera del camering.

Gustav se acomodaba una camiseta de tirantes, limpia. La anterior estaba sucia por limpiar sus fluidos.

— ¿Listo? —preguntó el rubio, dándole el último beso. El castaño se limito a asentir con una sonrisa en los labios.

Tom y Bill entraron a paso apresurado sonriéndose entre ellos y lanzándose miradas cómplices, acompañados por su manager y un técnico que les acomodó los retornos.

Habían olvidado la típica rutina de concentración, uno ensimismarse en su música y el otro ponerse nervio después de volver del baño. No pasaría nada malo si por una vez, o tal vez más, no lo hicieran. Se auguraban un buen concierto, con estadio lleno y fans compartiendo la alegría y euforia. 

1 comentario:

  1. Huy, sexy pero ganas. Qué delicia de one-shot, hacía tiempo que no me leía un lemon que valiera la pena, así que agradezco al cielo por este fic. Un detalle, creo que camerino quedaría mejor que camering porque este otro término nunca lo había escuchado en español. Por el resto, lectura sumamente interesante~
    Besucos~!

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